jueves, 5 de junio de 2014

Running 1ª parte: IX CARRERA LA CAIXA 10K ZARAGOZA

En marzo de 2014 decidí retomar un deporte que hacía años no practicaba, el footing, ahora llamado running. Como consecuencia de ello, me he convertido en un "runner", leo sobre "zapas", busco APPS que me ayuden a correr, páginas web en las que busco ideas, consejos, relatos de otros runner. El mundo del running está de moda, y eso es un hecho. Hasta ahora salía alguna que otra tarde con la bicicleta a hacer kilómetros de carril bici por Zaragoza. Ahora me esfuerzo y me reto a mí mismo corriendo por calles y parques de Zaragoza, circuitos ya señalizados o caminos improvisados.
Cuando era pequeño participé en varias ocasiones en carreras populares, como la de Ibercaja o la de las Fiestas del Pilar. Aún guardo como recuerdo algunos de esos diplomas ganados con tanto esfuerzo. La semana pasada, sin ir más lejos, me llegó a las manos el dorsal nº13 que llevé en una carrera de medio fondo que corrí cuando aún iba a Salesianos.
Esos recuerdos de grandes esfuerzos, de correr y andar por las calles de Zaragoza en carreras que me parecían interminables, me han ayudado a tomar la decisión de presentarme como debutante en la Carrera 10K del próximo domingo 8 de Junio.

Para ella, me he ido preparando a base de pequeñas salidas por los alrededores. Al principio, cuando retomé esto de correr, me costaba mucho, corría el tiempo que duraba una canción del MP3, y descansaba andando otro tanto con la siguiente.
Poco a poco fui trotando, cansándome, pero probando cuánto podía durar sin parar. El comienzo fue duro. Me dolían las rodillas un montón. Necesitaba muchísima recuperación, con hielo, con rodilleras, untándome las rodillas con Bálsamo de Tigre de China. Descansaba unos días y corría otros. Y me enteré que en junio habría una carrera de 10 kilómetros. Parecía un reto inalcanzable, corriendo desde hacía tan sólo 2 meses. Pero llegó un día y no paré de correr hasta llegar a los 24 minutos. Paré unos minutos, y continué corriendo otros 26 minutos. Eso fue el comienzo del convencimiento de que podía llegar a correr cada vez más.
Los dolores continuaban en las rodillas, poco a poco, me daba cuenta que la pisada iba cambiando, y con ella, los dolores fueron disminuyendo. El peso de mi cuerpo fue bajando, y con ello, me sentí cada vez más ligero.
Comencé, tras consultar alguna que otra web deportiva, a trazar un plan de entrenamiento, de cara a poder llegar a terminar al menos, la carrera de 10kms de junio. Primero fueron 5kms, luego 7kms, y así hasta llegar a los 10kms. Cuando el primer día que conseguí terminar los 10kms, me paré, creía que mi corazón se iba a salir del pecho. Había ganado mucho también con los ejercicios de estiramientos, antes y después de cada entrenamiento. Eso ayudó también a que las rodillas me dolieran cada vez menos.
A falta de dos semanas para la carrera, cada vez me sentía más ligero y más rápido, los tiempos ayudaban, y la motivación fue subiendo con el transcurrir de los días.
Me faltan 3 días para la carrera, y sólo me quedan pequeñas salidas a trotar un poco, y esperar a que llegue el Domingo para disfrutar del mundo del running. El ambiente que se respira cuando corres por el Parque del Agua, o los alrededores, es increíble. La gente se motiva mucho, algunos los hay que se nota que corren para hacer buenos tiempos; pero los hay muchos, como yo, que se nos nota que tenemos ganas de conseguir el único reto de terminar la carrera. Vamos a nuestro ritmo, a trote lento, a trote medio, forzando un poco cuando nos vemos con fuerzas, y estirando como mejor sabemos.
El recorrido va a ser por San José y por el centro, partiendo del pabellón Príncipe Felipe (quizá haya que cambiarle el nombre ahora que será Rey de España), y terminando en el mismo punto de partida.

El perfil no parece muy duro, aunque hay un par de cuestas, en el túnel de Cesareo Alierta, que pasa por debajo de Camino Las Torres, que parece duro; pero lo veo con optimismo, porque en el circuito que me he ido entrenando del Parque del Agua, he tenido que sufrir varias cuestas a lo largo de los casi 10kms que presenta el circuito señalado con las flechitas azules. Mi objetivo: acabar la carrera, creo que lo lograré, el resto, el tiempo empleado, será todo un regalo.

El mundo del running también me ha hecho empezar a interesarme por el tipo de zapatillas o "zapas" como las llaman los runners. Yo llevaré unas sencillitas, que me compré en Inter Sport por menos de 50 euros. Son muy cómodas, de marca Nike, unas Retaliate II, de color verde, con detalles en verde fosforito.


En Decathlon me compré unos calcetines verdes a juego, y unas mallas de correr para ir lo más cómodo posible.



En cuanto a la camiseta, estoy barajando la posibilidad de llevar una que compré de color naranja, en el Lidl, que es transpirable y muy cómoda. Pero también está la opción de llevar la que me darán el 7 de junio en la reunión de dorsales, cuando me entreguen el chip para tomar los tiempos.



En la cabeza he estado llevando tanto gorras para el sol como un pañuelo tipo "pirata", y creo que me voy a decantar por éste último, me resulta más cómodo.

Y que no falten las gafas de sol, porque se prevé que el domingo que haga mucho calor, así que el sol está asegurado.
La carrera me costará más o menos 1 hora y 5 ó 6 minutos, todo lo que esté por debajo de ese tiempo, será puro esfuerzo y un premio para la moral.
Durante todas mis salidas a correr en solitario, me ha acompañado la música de mi MP3, así que durante la carrera también la llevaré conmigo, confiando en que me ayudará en conseguir mi objetivo de terminarla.

El sábado me quedan 5kms de trote suave y el domingo la carrera a las 9:00h. En la fiesta del deporte que se celebrará el 7 de junio, me apetece mucho respirar el clima de la carrera que ya está a la vuelta de la esquina.




Suerte a todos los runners.

viernes, 9 de noviembre de 2012

El pequeño cumple 41 años

Siempre es el pequeño, aunque haya crecido, aunque siga cumpliendo años el 11 de noviembre, él siempre será el pequeño. Martín, Martinico, Marino, Tinico, ha tenido tantos nombres y diminutivos... y al final, su nombre principal, con el que le conocemos en la familia, es el que ha prevalecido sobre el resto para su pequeño recién nacido. Este domingo cumplirá años de nuevo junto a su familia, la de siempre, y la que él mismo ha formado.

De pequeño era un niño muy mono, lo confundían con una chica, siempre había que aclarar a las alcahuetas y chismosas, que NO, que no era una niña, que era un niño. Y fue creciendo, como es natural. Y al menos, ya podíamos interactuar como hermanos, jugar en definitiva. También reñíamos, como todos los hermanos han hecho alguna vez. Pero los juegos eran memorables.

El mayor, José Antonio, organizaba las Olimpiadas en nuestro dormitorio. Las baldosas delimitaban el campo de fútbol de las chapas, y a veces, también de los "clicks" de famobil (hoy playmobil). Participábamos en varios torneos: hockey, fútbol, baloncesto, atletismo. Al principio las porterías de fútbol fueron rudimentarias. Luego se fueron perfeccionando gracias a los Lego cuyas piezas permitían construir porterías cada vez más perfectas. Cuando el partidillo era entre los clicks las porterías eran las propias camas del Hospital que un año me trajeron los Reyes Magos.

Hablando de los Reyes, recuerdo el año que descubrimos juntos Martín y yo que los Reyes no eran aquellos seres mágicos que nos pintaban. Un año descubrimos debajo de la cama de nuestros padres un juego de boxeadores que nos hizo pasar agradables tardes de invierno. Fue un juguete genial, nos pegábamos tortazos con los muñecos hasta que uno caía K.O. hacia atrás.
Y cuando llegaba la Navidad, a montar el Scalextric (el pobre acabó en el pueblo, y un bueno año, el abuelo Marino lo tiró a la basura). Ahora sería una joya de coleccionistas, y muy vintage, con lo que se lleva eso ahora. Las carreras eran eternas, cada uno tenía su coche (igual que ahora cuando juego con mis niñas en el nuestro).

El mayor nos enseñó a jugar al ajedrez, y parece que caló hondo en Martín, que no lo ha dejado desde entonces, y al cual dedica horas y horas, es su otro amor. Cuando presentó su libro ahí estábamos para apoyarle en El Corte Inglés, fue un día para estar orgullosos de él.

El pequeño fue creciendo, y pasó la adolescencia como yo, luchando contra el acné dichoso. Nuestras caras parecían campos de batallas. Tuvimos que vencerlo gracias al Roacután. Y él ya sabe lo que es vencer enfermedades mayores.
Ahora ya de Papitwo, como él dice, ha repetido la paternidad y parece que le sienta muy bien. Enhorabuena hermanito. Y que cumplas muchos más...

lunes, 16 de julio de 2012

Una hazaña para recordar

Es viernes 13 de julio, viernes trece, no significa nada para nosotros. Partimos desde casa rumbo a Yésero, cerquita de Gavín, en el entorno de Biescas, provincia de Huesca, Aragón. 
Ya hemos estado en los apartamentos Casasús, y es una sorpresa para nosotros que sean tan acogedores. La señora, muy amable y simpática nos ofrece información y las llaves. Una vez más comprobamos que la cobertura con Vodafone es nula. Salvo un pequeño reducto de 20 centímetros cuadrados que hay en el parquecito del pueblo. Sólo allí aparecen las rayas del móvil como única salvación de conexión con el mundo exterior.
Este fin de semana, nos hemos propuesto volver a Ordesa, donde ya estuvimos hace tres años. Irene estaba recién llegada y el primer verano que disfrutaba con nosotros, la embarcamos en una dura caminata de 3 horas, que nos llevó hasta el comienzo de las Gradas de Soaso. Allí comimos y en cuanto vimos que las nubes hacían su aparición, corrimos sendero abajo a toda prisa, sin poder evitar mojarnos hasta los huesos. Se nos habían olvidado los chubasqueros.
Este año vamos bien preparados, cada uno con su chubasquero en la mochila, cantimplora, comida y crema solar. Irene y Ana están convencidas y sus comentarios así lo sugieren, que no vamos a llegar más allá de donde habíamos comido hacía tres años. Así, que la perspectiva es disfrutar del camino, parar en todas las cascadas, hacer fotos, y subir hasta donde podamos.
Es sábado, son las 7:43h. de la mañana y me despierto con la luz que entra por la ventana del salón. Violeta me comenta al acercarme que una mosca le ha despertado. Más bien creo que ha sido la luz del sol que ha penetrado con fuerza a través de los cristales (y que la contraventana estaba abierta).
Un buen desayuno de batido de chocolate con torto de Peñaflor. Las niñas se hacen las remolonas, y les cuesta levantarse.
Salimos a las 9:05h. de Yésero rumbo a Torla, donde nos espera el autobús. A las 9:45h. parte el autobús rumbo a la pradera. La subida, con un experto conductor, se hace amena y enseguida llegamos a nuestro punto de partida.
A las 10:10h. partimos rumbo a un final desconocido, hasta donde nuestras fuerzas nos lleven, hasta donde aguanten nuestros cuerpos. Las primeras cuestas hacen pronto su aparición, y poco a poco Irene va quedándose rezagada. Es el momento de tirar de ella. Protesta siempre al principio de cada excursión, hasta que entra en calor, o más bien, hasta que por fín se mete algo al cuerpo.

En la primera cascada paramos a tomar una fotografía y a comer un poco de frutos secos (avellanas). Un traguito de agua y continuamos. 

Estamos deseando entrar en nuestra zona favorita, el bosque de hayas. Un paraíso de sombras, hojas verdes, magníficos troncos. Y nos encontramos con nuestra vieja amiga, la casita de madera que nos refugió de la tormenta hacía tres años. Irene sigue protestando y diciendo que no quiere llegar a la Cola de Caballo. En mi interior, pienso que me gustaría tanto llegar, pero también pienso que hasta donde lleguemos. 
Hacemos otra parada, tras la Cascada del Estrecho, y Ana dice la gran frase: "Chicas! nos atrevemos a llegar hasta la Cola de Caballo?". 

Todos ilusionados y contentos, afrontamos lo que nos queda de caminata. Estamos a mitad de camino más o menos. Cuando llegamos a las Gradas de Soaso, comprobamos que estamos mejor que hace 3 años físicamente, y que podemos afrontar la recta final. A la altura de las Gradas de Soaso, contemplamos lo que hacía tres años no pudimos llegar a ver, esas escaleras naturales provocadas por el río, preciosa ingeniería de la naturaleza.

El siguiente paso son unas escaleras de piedra que nos llevarán al Circo de Soaso. Son duras, y ya estamos pensando en lo durísimas que serán a la vuelta de bajada. Cuando subimos por fin arriba, un cartel nos espera para anunciar que no nos desviemos del camino empedrado. Es un camino nuevo para mí, no lo había visto la última vez que hice Ordesa hasta el final.



Avanzamos poco a poco por terreno llano, se hace cómoda la llegada, pero para nuestro asombro, aún no divisamos la Cola de Caballo. Se resiste su presencia, y no es hasta el final, cuando aparece antes nosotros, majestuosa, imponente, bella y arrebatadora. Son las 13:30h. Fotografiamos la faja que da fama a Ordesa, y la Cola de Caballo. 


Junto a ella, comemos y descansamos. Nuestros pies se merecen un remojo, para refrescarlos y bajar la hinchazón del calor. 

Una hora de descanso, y a las 14:30h. partimos de regreso a la pradera donde nos espera el autobús hasta Torla. De regreso, tomamos las últimas fotografías del maravilloso paisaje que es Ordesa, y de paso, aprovecho para cambiar el agua al canario, hecho éste que es capturado por una afamada fotógrafa, jaja.



De bajada, las escaleras de las Gradas de Soaso se hacen muy duras, y las rodillas empiezan a resentirse. Empiezo a notar algo en los dedos del pie derecho. Una uña sin cortar comienza a pinchar sobre uno de los dedos. Me duele un poco, pero sigo adelante. La bajada va a ser larga. Consigo pisar de una forma que se dañe lo menos posible el dedo del pie, y alcanzamos el bosque de hayas. El regreso se está haciendo más corto, y los minutos pasan rápidos. El tramo final se hace eterno, casi todo llano, pero da la sensación de que nunca vamos a llegar a la pradera para tomar el autobús de regreso. Te da la sensación de que eres de los pocos elegidos que has podido completar el recorrido completo, pero en el fondo sabes que cientos de miles de personas antes que tú, también hicieron el esfuerzo de conquistar Ordesa con sus propios pasos. De vuelta te van adelantando los aguerridos montañeros que bajan de Góriz tras una noche fría pero llena de sensaciones. También hay que decir, que te encuentras a cada paseante que es para tomar nota: mujeres con chanclas, zapatos e incluso pequeños tacones, y aunque temes por sus tobillos, a ellos no les importa lucir sus pies ilesos de la caminata. Nos queda algún detalle digno de señalar, como aquél árbol de raíces infinitas, que a Violeta le ha encantado a la ida, y que me recuerda a la vuelta para hacerle una fotografía (qué memoria tiene esta niña!!). 
A las 17:10h. llegamos a la fila del autobús, somos los primeros de nuestro grupo. Nos sentamos y disfrutamos de la vuelta. Una pequeña cabezadita y descanso. Nos hemos ganado una cerveza en Torla y unos helados "plátano" para las niñas. Les agradezco a las tres el esfuerzo, y les comunico que son unas campeonas, unas valientes. Hemos acabado muy cansados. Ya estamos pensando en volver dentro de tres años...

viernes, 22 de junio de 2012

Dibujos y más dibujos

Desde que eran muy pequeñas, Violeta e Irene han dibujado mucho, han garabateado, y procuramos guardar todos aquellos dibujos que nos parecen interesantes.
Últimamente, Violeta está que se sale, sin despreciar el magnífico talento que tiene la pequeña Irene. Pero Violeta ya lleva varios premios, y se merece mención aparte. El último, ganadora del III Concurso José Pellicer, organizado por ACACHI. Y el anterior, 2º Premio del Colegio, 75 eurazos para material escolar, que como está la cosa, nos vinieron muy bien.

Violeta tiene expresividad, ingenio, facilidad para el dibujo. Sus dibujos son creaciones únicas, tiene facilidad para inventar, para crear desde su mente, historias imposibles, sin copiar, sin mirar al modelo.
Irene se está destacando, sobre todo en el Concurso mencionado de ACACHI, su dragón encantó a todo el mundo, pero como competía en la misma categoría que su hermana, y solo había un premio, el Jurado tuvo que optar por una de las dos, porque además, eran sus dos dibujos preferidos.

Violeta e Irene asisten a sus clases de pintura, encantadas de poder poner en práctica con sus óleos sobre el lienzo, las más increíbles creaciones. Como ésta de Violeta, una habitación con muy buena definición.

En fin, que se nos cae la baba con estas niñas, y estamos ya deseando que sigan creando su nuevos dibujos para guardarlos y en algún caso, enmarcarlos.
Enhorabuena pequeñas por ese talento.

martes, 22 de mayo de 2012

Camino de Carcastillo

De pequeño, íbamos al pueblo a pasar unos días con los abuelos, a Carcastillo, en Navarra. Situado a 20 km. de Sádaba, por la carretera de Alagón, Remolinos, Tauste y Ejea. Los viajes en autobús eran toda una aventura. Se nos hacían eternos, me daba la sensación de que Carcastillo estaba a cientos de kilómetros desde Zaragoza.

Salíamos desde la calle Asalto, en un autobús cuyo conductor también residía en Carcastillo, era toda una institución, nos conocía a todos de los viajes anteriores. Cuando viajaba con mi abuela Vitoria, recuerdo que ella siempre llevaba para el camino un frasco de cristal, reutilizado de alguna conserva de legumbres, lleno de agua para saciar la sed. Y que rellenaba a medio camino, cuando hacíamos una parada en Sancho Abarca, junto al arroyo, cuya agua sabía deliciosamente fresca.

Cuando llegábamos a la Avenida de Navarra, signficaba que ya estábamos rumbo a Carcastillo, la carretera de Logroño nos dejaba ver polígonos interminables, llenos de almacenes, llenos de industrias que reconocíamos de tanto viajar al pueblo.

De pequeño, recuerdo un suceso que nos pasó entre Alagón y Tauste, por esa carretera que tiene a la derecha una pequeña sierra, ahora habitada por buitres. El autobús se paró de repente, a lo lejos, una humareda negra nos dejaba ver un camión en llamas. Estuvimos parados muchísimo rato, me parecieron horas, hasta que llegaron los bomberos, apagaron el incendio, y retiraron el camión siniestrado.

El viaje en autobús te servía también para ir conociendo pequeños pueblos de repoblación, de fundación franquista, todos iguales, con el mismo tipo de casas, homogéneas.
Pasado Sádaba, llegaban las cuestas hasta Carcastillo, y por fin, llegábamos al cruce con la carretera de Sangüesa.

Cuántos viajes hicimos con los abuelos, y cuántos hice más tarde, yo sólo, para acudir a las fiestas del pueblo, a divertirme, a experimentar con los primeros cigarros, a enamorarme por primera vez, a correr delante de las vacas en los encierros. En el pueblo, aprendí a montar en bicicleta, un poco tarde, con los vecinos, que dejaron que me estampase contra aquel seat 600 aparcado un poco más allá de su casa. Pero esa es otra historia...

miércoles, 16 de mayo de 2012

Día en la nieve

A principios del mes de mayo nos fuimos a pasar un día en la nieve. Fue durante el puente del 1º de Mayo, y por la carretera apenas nos encontramos tráfico rodado. En un momento te plantas en Jaca. Era la primera vez que íbamos desde que habían inaugurado el tramo de la autovía que une Sabiñánigo con la capital jacetana. El tramo se hace muy rápido, aunque tampoco es que se gane mucho tiempo, pero se gana en seguridad, que eso siempre hay que valorarlo.

Al llegar a Jaca nos esperaban nuestros amigos Mario y Rosa con sus hijos Alicia y Mario. Nos pusimos la ropa adecuada para la nieve, y nos encaminamos hacia Candanchú. Al llegar, todo era blanco, poca gente, y la nieve muy blanda. Se empieza ya a derretir con estas calores de mayo.

Para Irene era su primera vez, el encuentro con la nieve fue como un mero trámite, no se sorprendió para nada de su textura, de su frialdad, simplemente se sentó y se puso a jugar con Mario. Su primera intención era construir un muñeco de nieve, pero resultó más cercana la idea al personaje televisivo Alf (aquel extraterrestre de nariz prominente).

Violeta y Alicia se afanaron en subir ladera arriba para dejarse caer con el trineo, aunque sin mucho éxito, ya que la nieve blanda iba frenando cada metro de bajada.
Sorprendidos por la gran puntería de Ana, fuimos atacados con diferentes "bolazos" de nieve, la respuesta fue inmediata.

Fue un rato agradable que fue acabando en cuanto empezó a nevar, y se acercaba la hora de comer. No fue mucha la sorpresa al comprobar que Irene se había calado hasta la ropa interior, haciendo sus "angelitos" había ido metiendo la nieve a través de las botas y mojándose de cintura para abajo.
Un día agradable que terminó después de comer en la Ciudadela, viendo los ciervos que caminan tranquilos de un lado para otro.

viernes, 2 de marzo de 2012

Casi 100 años del abuelo Marino

De mi abuelo Marino se podría hablar muchísimo, hacer un resumen sería harto imposible, como con cada persona que ha pasado por tu vida. Mañana mi abuelo cumpliría 99 años si viviese. En esta primera foto está con mi hermano mayor José Antonio.

De pequeño tengo muchos recuerdos, muchos de ellos en casa de mis abuelos en la calle San Rafael, del barrio de Delicias de Zaragoza. Allí pasábamos los domingos a comer migas, que comíamos alrededor del hornillo y la paellera, cuchara en mano, entre madeja y madeja.
Hace poco encontré una foto que yo nunca había visto, a mis dos abuelos maternos junto a sus nietos en 1970. Por entonces, eramos dos chicos y una chica. Yo soy el que está sobre las piernas de mi abuela Vitoria. Delante de mi abuelo está mi hermano mayor. Y al fondo, mi hermana Mariví con su muñeca.

En 1976 le operaron de la garganta y perdió su voz, yo ni recuerdo cómo era antes de la operación, tenía tan sólo 7 añitos. Esas semanas de hospital, las pasamos mi hermano y yo en el comedor de Salesianos, para que mi madre pudiese atenderle en la Casa Grande.

Desde muy pequeño, siempre fue mi hemano el mayor su preferido, quizá por ser el primogénito, o porque iba para médico, el caso es que mi abuelo tenía su genio. Imponía su presencia, a mí me parecía un abuelo enorme, gigante, de pies grandes, muy alto. Luego con el paso de los años, nos fuimos acercando.
Alguna vez, recuerdo que nos acompañaba al colegio cogidos de la mano. Incluso, una vez, de muy niño, me llevó a la Romareda, era la primera vez que asistía a semejante evento. Nunca había visto un campo de hierba tan enorme, más si cabe comparado con el de Salesianos, un patatal en el que más de una vez me dejé la piel, literalmente.

Las reuniones familiares fueron sucediendose, cumpleaños, Navidades, etc... En esas ocasiones en las que íbamos a su casa a celebrarlas, mi abuelo era toda una institución, se sentaba al fondo de la mesa, leía su periódico o veía la televisión. Siempre esperando a que le sirviesen la comida. Aunque esto cambió cuando se quedó viudo de mi abuela, que se las tuvo que apañar para vivir solo en casa, haciéndose sus tortillas francesas y pelando sus inolvidables manzanas. Siempre comía manzanas, y siempre me fijaba en cómo las pelaba, de él aprendí a aprovechar bien la fruta, recuerdo que una vez me dijo que le quitaba mucha comida a la fruta. Me enseñó, y desde entonces, mis peladuras son finísimas. En las mesas familiares, siempre presidiendo.

De la guerra hablaba poco, que si estuvo con Mola, que si la batalla del Ebro, no le gustaba recordar esa amarga época de su vida. Tampoco nos contaba nada de su vida antes de la guerra, o durante el noviazgo con mi abuela. Sólo sabíamos que iban al baile de Carcastillo, a uno de tantos que había, y que allí debieron congeniar.
Recuerdo muy bien esa boina negra que siempre llevaba en la cabeza aquellos días de cierzo y frío de esta ventosa ciudad. Alguna vez también me calcé esa boina.
No llegó a ver cómo me casaba, o cómo he adoptado a mis niñas, ni las conoció, pero me hubiera gustado que las hubiera conocido.
Aunque a veces pareciese un cascarrabias, con el paso del tiempo, ya no lo parece tanto, y sigo echándolo de menos. Mañana te recordaré, con tu purito en la boca, con tu aparato hablando como un robot, incluso te recordaré siempre solitario cuando te quedaste viudo, felicidades yayo.

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