domingo, 26 de febrero de 2012

Mamá cumple 100 años

Uy! No tantos. Hoy mi madre cumple 69 años, y lo hemos celebrado, como los últimos años, en el pueblo (Carcastillo, Navarra). Las reuniones familiares son todo un evento, últimamente repetitivas, pero siempre con alguna sorpresa, como hoy. Hoy la buena noticia nos la ha dado Sara, la prima de Violeta e Irene, hija de mi hermano el pequeño Martín.

El caso es que mi madre ha cumplido sus 69 añazos en compañía una vez más de sus tres hijos, de los cuales se siente tan orgullosa, cuántas veces nos lo ha dicho a lo largo de su vida. Y es que el amor de una madre por sus hijos no se puede explicar, sólo ellas, las madres lo conocen. Y el orgullo que siente por sus nietas, no hay palabras para ello.

Siempre nos cuenta sus partos, sus dificultades a la hora de sacarnos adelante, su empeño en que estudiásemos, sus ganas de vernos felices. Y cuánto se lo agradecemos, aunque ella no se dé cuenta, estamos muy felices porque ambos padres pudiesen hacer realidad algunos de sus sueños, como el que sus tres hijos fuesen a la Universidad. El cariño de una madre por sus hijos, sólo es a veces comparable, por el que sienten sus hijos por ella. Y a pesar de las dificultades, a pesar de los obstáculos que la vida te pone, al final, ellas siempre están ahí, escondidas tras el cansancio de sacar adelante un hogar con tres chicos masculinos.

Ella sabe que nosotros la queremos, que le reconocemos sus méritos, pero quizá le guste oír de vez en cuando cuánto le debemos, ellas son así, de una generación anterior, pero con un alma luchadora.

Junto a mi padre, eterno compañero de sudores y fatigas, de alegrías y tristezas, sigue al pie del cañón, afrontando la vida con su diabetes, con sus piernas cansadas, y con sus cigarritos, los compañeros que nunca la abandonan.

Estas palabras son solo un homenaje a una mujer, a la hija que fue, esposa que lo es, pero al final, madre de sus tres niños, como a veces aún nos mira, con sus gafas (que sólo se pone para posar en las fotos).
Felicidades mamá. Te queremos.


viernes, 24 de febrero de 2012

Mil rostros me definen

Es un poco exagerado decir que tengo mil rostros, pero no es menos cierto que mi rostro ha pasado por diferentes etapas, diferentes edades, diferentes "looks" y diferentes miradas.
Si uno se observa detenidamente, difícilmente ve lo que el resto de personas ve en tí. Uno se mira al espejo y ve sus ojos, puede penetrar en ellos, incluso puede llegar a vislumbrar sus propios pensamientos, pero lo que ven el resto de personas, sólo ellas lo saben.

De niño, tenía cara dulce, pelo liso, muy liso, me peinaban con la raya a un lado. Aunque de muy muy pequeño tenía el pelo rubito y con rizos como el niño de la película en el que decía "caca-culo-pedo-pis".
Conforme fui creciendo, el pelo se me iba ondulando, eso ya no me gustaba tanto. Pero pelo, tenía mucho, no como ahora, que va escaseando cada vez más (herencias que uno tiene).

La peor etapa de mi rostro fue en la adolescencia, como nos ha ocurrido a la mayoría. Los granos y el acné hicieron su aparición con fuerza, dejándome a veces, mapeado por completo.


Sin ganas de que los demás te mirasen, explotando granos a diestro y siniestro. Y no sólo en el rostro, la espalda también fue atacada por el acné. Hasta que dimos con el remedio, Roacután se llamaban las pastillitas, carísimas pero totalmente efectivas. Muy agresivas, porque en la primera fase te sacaban todo el acné hacia afuera, y luego escondiéndolo para siempre. Al final del proceso, a pesar de que las cicatrices quedaron durante muchos años, el éxito del tratamiento me dio mucha mayor confianza a la hora de afrontar nuevas relaciones con el sexo opuesto.

Otro momento diferente fue cuando me dejé el pelo largo, a lo heavy, me empezaron a salir rizos por todas partes, y cuando el pelo estaba mojado, me encantaba agitar la cabeza a derecha e izquierda, salpicando todo lo que se pusiera a mi paso.

En esa época ya me hubiera gustado llevar pendiente, pero me contuve.
La etapa de rapado, durante la mili, fue desconsoladora. No te podías dejar crecer el pelo, porque si lo hacías, te arrestaban el fin de semana sin volver a tu casa. Así que rapadito y a mandar.

La gorra que llevábamos a todas horas, también ayudó a la falta de oxigenación del cuero cabelludo, y me llevó irremediablemente a la incipiente calvicie que aún me acosa.




En cuanto terminé la mili, dejé que mi pelo creciese para mi felicidad, aunque no me gustaba demasiado, por la manía que tenía de ondularse en cuanto crecía. No había quién lo peinase. Recuerdo que incluso hubo una época que me hice raya en medio, como mi amigo Jesús Plou, aunque a él le quedaba mucho mejor, rubio como él era, y cuánto lo cuidaba, creo que aún lo hace, jeje.

Finalmente, la etapa ya de adulto, perdiendo cada año miles y miles de pelos, unos se fueron por la bañera, otros se quedaron en el peine, e irremediablemente, los más, fueron cortados en las peluquerías.
Sin embargo, después de hacer todo este recorrido por mis innumerables rostros, sigo convencido, de que en mi interior, sigo siendo el mismo de siempre, ese chico tímido, bello por dentro (porque yo me veo así, jaajja), de mirada profunda.

Pasan los años, pasas alegrías, penas, alegrías otra vez, y sin embargo, el poso que uno cultiva en la niñez, queda para siempre en la edad adulta. Estoy convencido que mi forma de ser no ha cambiado demasiado desde mi infancia. Que soy el que soy gracias a cómo fui. Cambiar podemos cambiar mucho a lo largo de la vida, pero debajo de todas esas capas de epidermis (que vamos perdiendo con los años), sigue estando el Javier de siempre, los que me conocen bien, saben cómo soy y quién soy.

jueves, 23 de febrero de 2012

Lo que recuerdo de mi 23 F de 1981

Yo iba a Sexto de E.G.B. en Salesianos de Zaragoza. El tutor y Jefe de Estudios era D. Pablo Aragüés, que nos enseñaba Geografía. En ese curso, Ciencias Naturales las daba D.Máximo Soler, Sociales lo impartía Armando Bueno, Matemáticas D. Atanasio, Lengua D. José Luis Purroy (cuánto le debo a él que me gustara tanto escribir y leer), Educación Física D. Angel Frías (mejor no mencionar el chándal), Religión D. Jesús Oteo (que me dirigió en el coro de Salesianos, y me metió el gusanillo de la canción)...

No recuerdo ni las clases, ni la comida. Pero lo que sí recuerdo perfectamente es el momento del Golpe de Estado. Estábamos en casa, como cada tarde de febrero, unos haciendo deberes, otros merendando (seguramente nocilla con chorizo, jaja). De pronto, algo en la televisión hizo que se armara un pequeño revuelo en el salón. Había una noticia que estaba sucediendo, y que tuvimos que contrastar con la radio. Porque la emisión pasó a ser un tostón, de música clásica (por aquel entonces no me entusiasmaba lo clásico).

Por la radio, escuchamos todo lo que estaba sucediendo en el Congreso. Lo que tengo más nítido en mi memoria es la presencia de mi abuelo en casa. Ellos vivían a 5 minutos, en la calle San Rafael, y nosotros en la Avenida de Madrid, 249, 1ºC. Nos comentó sobre todo que algo malo estaba pasando. Que cerrasemos las cortinas, luces casi apagadas, y sobre todo, la documentación a mano. Realmente nos asustamos. La Guerra Civil volvía a la mente de mi abuelo, que había combatido al lado del General Mola (obligado en Navarra). Siempre me han contado que mi abuelo había luchado en la Batalla del Ebro, y que no había tenido una guerra demasiado difícil. Que llegaba siempre cuando todo había acabado, y que la maquinilla de afeitar que tenía, era un botín de la guerra.

La noche fue rara, nos acostamos tarde a dormir. Y al día siguiente, yo creo que ni fuimos al colegio, eso no lo tengo muy claro. Las noticias se sucedían, veíamos imágenes en la televisión. Y recuerdo muy bien, cuando vimos a Tejero con sus gritos al entrar en el hemiciclo "todo el mundo al suelo". O cuando salían los guardias civiles por la ventana trasera del edificio.

Y sobre todo, recuerdo muy bien, la intervención del Rey, que parecía nos daba esperanzas. Parecía que el Golpe había fracasado, y que todo volvería a su cauce. Pero el riesgo de haber podido cambiar nuestra Historia era grande. En esa época a los militares no los veíamos con buena cara. Esta era la plantilla del R. Zaragoza en esa época.


lunes, 20 de febrero de 2012

Esto no es el carnaval de Venecia

Ni por asomo, no se parece. Ayer estuvimos en el desfile infantil de los carnavales de la ciudad, junto al pasaje el Cliclón, vaya frío que corría. Sin embargo, al sol se estaba muy bien, y conforme pasaban los minutos, te calentaba el cuerpo. En la calle Alfonso, antes del desfile, hicimos un parada en una tienda de galletas y caramelos, frente al Ciclón, que es pura delicia. Galletas de todas las formas y sabores, que a las niñas les encantan. El carnaval ya había empezado el lunes en el colegio.

Un día con los calcetines diferentes, otro día con algún detalle en el pelo, otro día con la cara pintada, y así hasta el viernes, que fue la fiesta final, todos los niños disfrazados como ellos quisieran.
Violeta repitió disfraz de Cleopatra e Irene de Alicia, y como siempre estaban guapísimas, preciosas, originales y diferentes. No recuerdo en mi infancia haberme disfrazado, pero ahí os dejo una foto de unas ropas de guerrero chino que me puse en Kaifeng cuando fuimos a recoger a Irene hace más de tres años, en un parque enorme, gigante, lleno de atracciones para el turista.

A Violeta le gusta disfrazarse de personajes de riesgo, como piratas, guerreros, etc. Sin embargo, Irene es más de princesas y vestidos ornamentados.
Este año la fiesta del colegio estuvo bien, porque hizo buen tiempo, las niñas pudieron asistir, y la organización estuvo mejor, la animación fue todo un éxito por parte de Almozandia, se nota cuando hay un trabajo bien hecho.

Y en el desfile de ayer, poca cosa, pero quizá suficiente para los niños. Un grupo de músicos tocando
tambores al ritmo de samba brasileña encabezaba el desfile, me encanta como suenan.

Carrozas de muñecos gigantes, personajes fantásticos, y los Gigantes, eso sí, con su máscara antifaz a lo veneciano.







Una vez más, el carnaval ha terminado y hay que enterrar a la sardina (las de la pastelería Fantova tenían buena pinta).


martes, 14 de febrero de 2012

Irene y su Historia

Teníamos fecha de registro en mayo de 2007, en febrero ya habíamos decidido adoptar por segunda vez, en China, y habíamos enviado la solicitud. Conocíamos otra familia del colegio de Violeta, que tenían una niña china, y nos dijeron que era de Pasaje Verde. Nos informaron del proceso y de las condiciones, y no nos parecieron difíciles de asimilar. Cuando adoptamos a Violeta, ya habíamos barajado la posibilidad de adoptar por Pasaje Verde, una vía para adoptar a niños con Necesidades Especiales.

Esta vez, estábamos convencidos, y dimos el gran salto de la vía Ordinaria a Pasaje Verde. En febrero de 2008, nos pusimos a indagar sobre el Labio Leporino y Fisura Palatial. Navegamos por Internet, nos informamos, nos pusimos en contacto con la Clínica Tresserra de Barcelona, y poco a poco, se fue fraguando la idea de que la segunda adopción podría ser de una niña con estas características, aunque también podría haber sido un niño. En junio de 2008 recibimos la preasignación y dos fotos de Irene en blanco y negro, donde tan sólo se veía su labio, y su cuerpecito.


Aceptamos sin dudarlo y en julio de 2008 recibimos la preaceptación del Centro Chino de Adopciones. Fue cuando solicitamos más fotos de Dang Xiao Yu, que era su nombre chino. Las primeras fotos en color que vimos de ella, mostraban una niña muy buena, con varios pollitos en la mano, junto a un tronco de árbol cortado, parecía asustada. Fuimos investigando sobre el orfanato de Kaifeng, en Henan. Y en agosto de 2008 recibimos otras dos fotos de Irene, gracias a mi pericia con Anita y Ge Xiao Li, que trabajaba en el Orfanato de Kaifeng.


En estas fotos aparecía Irene junto a un coche, porque según había sabido Anita por parte de Ge Xiao Li, no se dejaba fotografiar, pero le encantaba este coche. Así que aprovecharon la ocasión cuando se puso junto a él, y gracias a esto, pudimos contemplar desde Cantabria, desde Quijas, las fotos de nuestra pequeña. Habíamos estado muy nerviosos, porque nos fuimos a una casa rural, con la incertidumbre de saber si tendríamos que volver a toda prisa para viajar a China.


Al mes siguiente, volvimos a recibir otras tres fotos de Irene, esta vez a las puertas de una casa, con una bolsa de chuches en sus manos. Ya quedaba muy poco para abrazarla y presentarle a su hermanita. Junto a estas fotos nos mandaron un informe en el que se decía que medía 85 centímetros de altura, pesaba 11 kg. y su pie medía 14 cms.



El 25 de septiembre de 2008 recibimos la Asignación y al mes siguiente ya conocíamos la fecha del viaje, sería para el 15 de noviembre. En Zhengzhou, capital de Henan, nos alojaríamos en el Hotel Sofitel, y en Beijing en el Hotel Holiday Inn Central Plaza.
Nos llevamos a Violeta y mi suegra a China, para ellas fue toda una experiencia. El 17 de noviembre de 2008, vimos por primera vez, en directo, a Irene, con su caramelo gigante, en forma de Chupachups, en su mano, agarrándose a él, sin soltarlo, y acompañada por una cuidadora del orfanato


La entrega fue dolorosa para ella, y emocionante para nosotros. En seguida comprendimos que iba a ser duro el apego, y que costaría un tiempo, porque ella ya tenía casi 3 añitos. Violeta cumplió en Beijing su cuatro años, sólo se iban a llevar 15 meses. Al día siguiente, Irene ya parecía más tranquila, y no se despegaba de Ana, y fueron transcurriendo los días, adaptándonos los unos a los otros.




Cuando llegamos a España fuimos a ver al Dr. Luis Tresserra que le operaría en cuatro ocasiones de su paladar y labio. En febrero de 2009 fue la primera operación, estabamos muy nerviosos de cómo saldría todo, pero fue genial, el doctor es un maestro en estas lides, y una muy buena persona. En marzo de 2010, le terminó de cerrar el doctor el paladar en una segunda intervención. Y en el año 2011, se sucedieron otras dos operaciones para arreglarle el labio, en mayo y en octubre.
Ahora está genial, recuperándose de la última operación, cicatrizando su labio, y a al espera del próximo paso: la ortodoncia. Pero esa será otra historia....


Por cierto, al año siguiente de llegar Irene a España, encontramos por Internet a la que había sido su hermanita en la familia de acogida en China, ahora vive en Nebraska junto a su familia. Irene la echaba mucho de menos, y durante un tiempo la nombraba, así como también llamaba a su "La La" su abuelita de acogida.

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